lunes, 1 de agosto de 2016

PROMETEO ELEVADO


Y no esperes el fin de este suplicio hasta que un Dios no se preste a sustituirte en tus trabajos, y quiera bajar a la oscura morada de Hades y a las caliginosas profundidades de Tártaro
(Esquilo)


Una gruta en la cumbre del Cáucaso. Hacia el crepúsculo, entre inmensos bloques fundidos en la garganta fría y áspera de la montaña, aúlla una borrasca de viento y nieve.

PROMETEO
Viéndome solo, en la umbrosa melancolía, enterrado con el alma y la memoria encendidas, mis palabras han enceguecido en el silencio de la cavidad del olvido. Hasta aquí, antigua voz, has venido, y no basta con que la rapaz del dios se apoderé diurna de mi hígado 

LAS MOIRAS
Voz somos no te equivocas, sabio y clarividente Prometeo, justificas así el temor de tu enemigo en tu encierro cruel. Mas, siguiendo el hilo de tu memoria a ti hemos llegado porque te resistes a permanecer lejos del éter y las áureas soledades de claridad. ¿Acaso no son tuyas las suplicas del corazón que a nosotras llegan? y tu clarividencia se ha adelantado a nuestra llegada tendiendo en nuestro temporal camino tus gemidos y ayes silenciosos para los inmortales oídos.

PROMETEO
En la oscuridad trabajo, y necesito de su ayuda.

LAS MOIRAS
Aquí nos tienes, di, si para ello te servimos, afortunadas seremos, pues también es insoportable cuidar del dolor cumplido y permanecer inútil ante la desgracia. 

PROMETEO
Bajo mi pecho las lágrimas fueron horadando la serena piedra conmovida por el pálpito de mi esperanza. Io se dejó vencer ante el miedo y lo sabía. Creyó, necia, trocar su destino por placer y en manos de Hera halló la fatalidad. Con su vida he cubierto la verdad. Y esta fue tomando forma bajo mi cuerpo mutilado. Sangre y lágrimas generaron al limo sagrado y a la luz de mi mente modelé el cuerpo de mi liberador.

LAS MOIRAS
Ocupado en tu liberación, de tu imaginario solo has podido crear un monstruo y será tu calamidad perpetuada en el ardor de un hijo que te destruya solo ti. Deshazlo o has que resbale hacia el Tártaro. Zeus perdonará tu falta y volverás con los tuyos.

PROMETEO
Lo sabéis, triformes, pues ustedes hilan los destinos de los mortales y nos sujetan al Hado, jamás perdón pronunciará mi obstinación; y alma no desfallecerá ante maligno rayo.

(PROMETEO sujeta entre sus manos a su creación, en sus muñecas aún se conservan los anillos de sus rotas cadenas. Arrastra al homúnculo hacia las tres Moiras. Una a una comprueban que sus artes son vanas y que la estatuilla contiene un espíritu que desconocen y ante el cual surge el pavor)

LAS MOIRAS
Oh! desdichado, acaso nos invocas ante este para presenciar tu orgullo, pues nuestro poder se desvanece.

PROMETEO
En secreto lo forjé y en secretos planes confiaban destruirlo. Veo en tu rostro, Cloto, como en la de tus hermanas, un gesto de perturbación no conocido. ¿Apartas acaso tu rueca de este ser, lo crees indigno? y Tú Laquésis, ¿no medirás la longitud del aliento de la criatura? no retrocedas Átropos, ya que tus navajas no servirán al menos las sostendrás para no caer en el vacío de la angustia.

LAS MOIRAS
Ay! Déjanos ir!

PROMETEO 
Jamás! Ya conocen la morada eterna de su destierro.

(Las Moiras claman desesperadas. Intentan escapar pero la boca abierta del homúnculo a modo de un ciclóstomo las succiona. Mientras, PROMETEO a lo lejos ve llegar al águila y sin mover los labios dirige su mirada atormentada hacia un rincón de la húmeda gruta)

PROMETEO
Aparece, Oh! cuerpo alado que has traído en azul invisible a aquel que me libera y derrota al ave que roe mis entrañas regeneradas.

(De lo oscuro se hace una luz celeste, una silueta sin rostro rota la cabeza hacia las alturas y en la simulación de una mirada su luz se torna rosada, de la espalda le nacen unas alas acentuando el color, rojo arde el cuerpo y se lanza a las alturas. El águila que ha visto la transformación no rehuye la batalla y se ven chocar en el cielo al rayar el día)

HOMÚNCULO
Derrotadas son las cualidades del dios. Sabrá que hay Uno innombrable y tomará conciencia de su lugar en el Universo. Levántate salvador de los mortales, el devenir se aparta ante ti. Desciendo al inframundo.

PROMETEO
¿Y los desafortunados, a quienes di el conocimiento del fuego interno, qué ha sido de ellos?

HOMÚNCULO
Soy solo un mensajero, bien has hecho en crearme un cuerpo como receptáculo, pero no te es dado conocerme en espíritu. 

PROMETEO
Dame al menos una gota de Esperanza en este páramo de soledad y mentira.

HOMÚNCULO
Niego a darte por noticias el espanto.

PROMETEO
Dime, que tras siglos de espera mi paciencia probarías y mi persistencia.

HOMÚNCULO
La esposa de Epimeteo infestó de males las mentes. Cerrando el ánfora de tu hermano atrapó la Esperanza provocando pesar en los corazones. En arcilla fue creada por Hefesto y Hermes le infundió una virtud torcida, su belleza es maligna.

PROMETEO
Bello mal. Cómo resistirse. Indigentes, efebos sin embargo con barbas y pechos fuertes, la razón se rebaja innoble y resuelven el dilema con el celo. La edad no mide el alma, es verdad, pero jamás el hombre dominante asoma bajo las caderas voluptuosas. 

HOMÚNCULO
No fue del todo vano tu arrojo. Las Moiras ya no tienen dominio en la vida de los seres y la fuerza de los dioses decrece. Nuevos tiempos se avecinan y con la luz del conocimiento tus bienaventurados iniciarán su camino. En su ayuda las verdades serán reveladas de ahí que el conflicto se intensificará pues con la libertad su fe será probada en el fuego de su propia debilidad. En espíritu se debatirán las generaciones.

(Retorna el ser alado a la gruta, su resplandor amarillo se torna naranja, el Águila de Zeus huye herida. Se hace un pronunciado Silencio al tiempo que el aspecto de las costras del Homúnculo mudan en carne humana. Prometeo contempla sin asombro en su añoranza)

CUERPO TRANSFIGURADO
Asciende al centro de las estrellas, tienes guía, la edad de los Titanes terminó hace mucho. Sigue mi consejo. Oh! creador de esta sombra, benefactor mío, yo continuaré con nuevas noticias hacia el Tártaro.

(El CUERPO TRANSFIGURADO se encamina hacia el abismo sin dejar rastros sobre las cenizas, sin ruidos de nadie en la nada, seco, ascetismo del puro sonido. El paisaje se oscurece bajo el estrellado cielo se ven caer piedras de luz expulsadas de algunos volcanes sobre campos lejanos a ambos lados de la cordillera se extienden estepas, luego praderas que se revisten de bosques, de arces otoñales y fresnos a medida que la vista desciende serpentea con las aguas luminosas y más abajo las etnias de los seres en el devenir que a él jamás tocaría. La ventisca golpea el cuerpo de PROMETEO, lo devuelve bajo su piel adolorida por el suplicio de los siglos, su mirada torna al lugar reciente de su antiguo calvario, recuerda, de pronto, una imagen, a la vez el conocido crepitar de la cañaheja. Da la espalda al ser que se eleva y desciende, numinoso, en busca de los humanos)


PAUL MENDOZA MALAVER
CAJAMARCA, 2016