lunes, 27 de junio de 2016

¡BIENVENIDOS, ANIMALES CLARIVIDENTES!

Para nosotros, los clarividentes, se nos hace necesario dar un rodeo, pues, en este acto, para muchos banal, se desarrollan nuestras visiones. Porque el camino directo y seguro imprime en el tiempo un vértigo al que nuestras almas no están acostumbradas. Cuantas veces no nos hemos demorado en la contemplación de los lugares más trágicos, de los momentos más idílicos, haciendo el rodeo a la imagen simple y su significado trillado, presente, práctico, literal y cuantitativo. Las esencias se descubren cuando la mirada trasciende el ojo y llega a la emoción de la palabra, entonces algo nuestro tan íntimo vibra donde una historia ya es un símbolo y una piedra adquiere sabiduría y resplandor. Así renovamos el mensaje del espíritu y volviendo al ensueño somos animales clarividentes.


"Me he asignado la tarea de combinar  las letras unas con otras durante la noche y meditar a su respecto; me he dedicado a esto tres días seguidos. El tercero, pasada la medianoche, me quedé adormecido un momento con la pluma en la mano y el papel en mis rodillas. Después me di cuenta de que la vela había llegado a su término. Entonces me levanté y la apagué como se hace a veces después de haber dormido. Pero en seguida me di cuenta de que la habitación permanecía iluminada. Aquello me sorprendió grandemente ya que después de un atento examen comprobé que la luz parecía salir de mí mismo. "No lo creo" dije. Recorrí la casa y la luz me seguía. Me tumbé en la cama y me cubrí, pero la luz seguía siempre conmigo... Himmelfarb continúo hojeando los viejos libros y manuscritos. Ahora se encontraba transportado..." (Patrick White)

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